miércoles, 30 de marzo de 2022

¿ Por qué ética no?


<<La Ética a Nicómaco es el primer libro de ética y también el más importante que se ha escrito nunca.>>. Con esta frase comenzó José Luis López Aranguren, el artífice de la renovación en España de los estudios de la ética aplicada, su obra principal Ética ( Aranguren, J.L, Ética, Madrid, Alianza Universidad Textos, 2005, p. 9). 

Esta obra fue escrita por Aristóteles en el siglo IV a. C. , algunos fechan más concretamente hacia el 349 a. C. el año en el que se realizó.

Es decir, la ética como disciplina ya sistematizada del pensamiento humano podría decirse que se fundó con Ética a Nicómaco hace aproximadamente 2371 años. Ciertamente Platón en alguna de sus obras (Protágoras, República entre otras) había tocado aspectos concretos de la ética, pero no con la ambición y sistematización de Aristóteles en la ética nicomaquea.

Sin embargo, a pesar de las referencias de la fundación de esta disciplina por Aristóteles, para algunos el filósofo más importante de la historia, desde el comienzo del siglo XXI parece existir una corriente que niega que los estudios éticos, deban realmente denominarse de ese modo: ética. 

Así, aparecieron otras posibles denominaciones para quitar su verdadero nombre a la disciplina a estudiar inicialmente en los niveles mas importantes de la educación, los niveles de la educación de los más jóvenes que están en formación. Por ejemplo, apareció la denominación Educación para la Ciudadanía que hizo correr ríos de tinta. Ahora parece que se pretende que se denomine Educación en valores cívicos y éticos. Ciertamente en esta denominación aparece la referencia claramente a la ética.

¿Por qué, por tanto, preferir una denominación distinta para contenidos similares a la realmente verdadera como es la ética?. ¿Es decir por qué ética no?.

Gregorio Peces-Barba en el libro Educación para la Ciudadanía en el que contó con la colaboración en su redacción de Eusebio Fernández, Rafael de Asís y de Francisco Javier Ansuategui advierte que << la ética de una sociedad libre es la ética del pluralismo de formas de pensamiento y de vida y es una ética de tolerancia>> cuando se refiere a que la Educación para la Ciudadanía, no es relativista (Peces-Barba, G; Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Madrid, Espasa Calpe 2007, p. 27). Es decir, asimila como es lógico Educación para la Ciudadanía y ética.

Por tanto, las razones habría que buscarlas en una creencia generalizada en términos ideológicos de que la denominación Ética hacia referencia a un modo de entender la disciplina donde la relación de ética y religión fue muy evidente. Tanto fue así que la profesora Adela Cortina, por derecho entre las mejores especialistas en ética internacionales cuyo maestro fue Aranguren, publicó dos libros que hoy muchos años después son de obligada referencia, Ética sin moral y Ética mínima, donde advertía que <<la pobre ética, que ya perdió sus supuestos, se está quedando sin objeto, se está quedando sin moral>> y señalaba después << dialogando con las distintas éticas actuales intenta la nuestra llevar adelante la moral moderna, base legitimadora de una democracia auténtica, que tiene por claves la autonomía personal y la solidaridad social>>. 

Es decir reconoce implícitamente que el abuso de entender como similares, conceptos distintos como ética y moral cristiana , o si se prefiere católica, aunque no es lo mismo moral cristiana y católica, pero ayuda a simplificar para comprender el problema de la denominación de la disciplina, ha traído como consecuencia que esa diferencia de ideas sobre esas cuestiones ha tenido un gran victima: la denominación de ese conocimiento de los valores humanos en sociedad como ética. 

Todo ello ha llevado a posiciones totalmente contrapuestas e irreductibles, unos dicen que la denominación como Ética tiene connotaciones en exceso relacionadas con la religión, otros niegan que cualquier otra denominación tenga sentido, pero su argumento no es por velar por la denominación de esos conocimientos como Ética, sino porque cualquier otra denominación entienden que tiene un componente aleccionador ideológico. Todo ello, lleva a un conflicto irresoluble pero cuya raíz claramente es ciertamente ideológico tanto en un sentido como otro. 

¿Qué puede hacerse contra estos contrasentidos razonables?. Realmente poco, porque la falta de cultura ética-filosófica es patente tanto en el arco político, pero también en la sociedad. Por ello, es un terreno abonado para maximalismos sin sentido y sin una base realmente histórica. Por el contrario, la discusión ha caído en el terreno político y ha quedado arrumbada entre el fango ideológico.

¿Ello es motivo realmente de preocupación?. La realidad es que tiene aspectos que deben preocupar como es la utilización de una denominación histórica y aceptada sin discusión por toda la academia filosófica sobre qué es ética y cómo debe denominarse y qué no es ética. 

Sin embargo, 2371 años de denominación pesan en exceso para que una moda pasajera de una posmodernidad polarizada como la actual puedan hacer peligrar a la denominación real del estudio y conocimiento de los valores de la vida en común y de la relación entre ciudadanos, que no es otra que su verdadera y más ajustada denominación: ética. 

Aristóteles seguro que sigue riéndose en la lejanía de la polémica artificial creada.

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