En 1982 Ridley Scott dirigió una obra cinematográfica que hoy tras
los años pasados ya se considera maestra, Blade Runner. Provenía la idea de la
novela escrita en 1968 por Philip K. Dick ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?. En el inicio de la década de los
ochenta, aquella película en pleno comienzo de algo que iba a revolucionar el
mundo como ha sido Internet, advertía de que el mundo del futuro que describía era
muy distinto al que se conocía y se preveía como probable. Hablaba de un mundo
en el que la inteligencia artificial, hoy IA, en colaboración con la ingeniería
genética habría desarrollado ciborgs, humanos artificiales que como el
fabricante de los mismos, Tyrell Corporation, señalaba de sus productos que en
determinados casos eran “más humanos que los propios humanos”. Se
llamaban replicantes por ello, y se utilizaban como mano de obra, esclavos
laborales y para misiones peligrosas en el espacio exterior al que los humanos
se habían obligado por las condiciones de la Tierra a acudir.
La película se desarrollaba en un tiempo en que ya se habría
superado el escalón intermedio de desarrollo, el tiempo de los robots,
productos enteramente mecánicos, es decir el mundo robotizado al que en la
segunda década del siglo XXI estamos comenzando a desarrollar. Por tanto,
desarrollaba la historia en en la época de los ciborgs una fase ya posterior a
la de la masiva robotización que hoy comienza a despuntar y que se desarrollará
a velocidad seguramente vertiginosa.
La obra es crepuscular, entendiéndose el término como un drama en
el que se describe un futuro previsible que no iba a ser tan feliz como se
pensaba, en un registro totalmente nuevo y que se adaptaba al aún no iniciado
siglo XXI y que recordaba en cierto modo a la tristeza romántica de las viejas
obras de Wagner. El mundo académico y los cinéfilos rápidamente la adoptaron
como obra de culto y con los años, tras unos inicios titubeantes en el aspecto
comercial ya que el gran público no la aceptó de inmediato, consiguió en años
posteriores una fama totalmente merecida. Los adelantos tecnológicos iban
haciendo comprender al gran público que la obra de Philip K. Dick y el talento
en su adaptación de Ridley Scott, tenía una posibilidad real de que la sociedad
que describía fuera realmente posible aunque todavía lejana.
Hoy 35 años después, y con la segunda parte de la saga ya filmada
desde 2017, Blade Runner 2049, puede decirse que aquellas previsiones de la
obra de Philip K. Dick son ciertamente posibles o quizá mejor
inquietantemente viables, ya que los indicios actuales de por dónde comienza a
desarrollarse el mundo del trabajo trae reminiscencias de los datos
proporcionados en el film. Recuerda el caso en gran medida a obra de Julio
Verne que se adelantó a su tiempo.
Qué mensajes sobre el futuro mundo del trabajo trajo Blade Runner?
Sucintamente, describió las siguientes cuestiones que hoy con el estado de la
ciencia y la tecnología deberían obligarnos a pensar en un futuro ya no tan
lejano. En primer lugar señaló que en un futuro habría mano de obra muy barata
y controlada por grandes corporaciones… pero también como gran segundo mensaje
por el ambiente y la atmósfera que la obra describía, presenta una vida precaria
de mucha gente que había ido quedado descolgada de la industria de la gran
tecnología o de los aparatos policiales y de seguridad tanto estatales como
privados, en la que se vivía en aquella futura sociedad. En tercer lugar, deja
entrever que la sociedad futura tendrá que desarrollar alguna forma de ingresos
que no esté directamente relacionada con la productividad de cada persona, ya
que posiblemente el trabajo será insuficiente para una parte importante de los
ciudadanos, ello retrotrae a propuestas que estaban en los albores de su
desarrollo como el ingreso mínimo vital, la renta básica universal y otras
propuestas que desde una óptica económica tienen un innegable contenido
iusfilosófico. También nos dejó en un cuarto mensaje una incógnita sobre los Derechos
de los replicantes, tanto como trabajadores o como nuevos entes que se pensaba
que no tenían sentimientos, ¿alma?. Las criaturas que se fabricaban eran de
aspecto enteramente humano, pero mucho más fuertes y resistentes, estaban formadas
por compuestos orgánicos con
dispositivos cibernéticos generalmente con la intención de mejorar las
capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología, tenían
pensamiento pero se pensaba que no respuesta emocional o empatía. Hecho que
desmiente el replicante Roy
Batty, interpretado de modo genial por Rutger Hauer en la gran escena
final en la que demuestra que le da pena que su tiempo acabe apelando a sus
experiencias vividas cuando evoca con inolvidables palabras: “Yo he visto
cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la
oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en
la lluvia. Es hora de morir”.
Ello lleva a pensar en que estos cyborgs quizá no solo sean
maquinas biotecnológicas. Es desde luego un horizonte cuando menos complejo.
Un observador aséptico, podrá pensar, ¿bien y que tiene que ver
esta curiosa o aburrida historia según cada percepción personal, con nuestro
futuro, el derecho, el trabajo y los riesgos a que éste deberá enfrentarse etc...?.
Existen variados argumentos generales sobre la conveniencia de los
análisis prospectivos a pesar de su inseguridad. Siempre es complejo y
arriesgado el realizar este tipo de análisis, ya que el riesgo de equivocación
en algunos casos es realmente posible. Por otra parte, mirar el futuro desde
las señales del presente, siempre da pie a que quién lee cuestiones que no le
resultan cómodas, pueda argumentar que la exageración está presente en el
análisis y propuestas, mucho más en cuestiones sociales en las que las
cosmovisiones ideológicas personales, tienen normalmente mucha más influencia
que los razonamientos que se podrían esgrimir como contraargumentos. En esos casos normalmente, las críticas suelen ser radicales y
sin argumentos nítidos pero que acaban siendo desestimativas de la totalidad de
la propuesta a considerar.
Pero si no de qué sirve realmente el análisis de las tendencias
actuales? Si sólo se trata de comentar entonces el presente, esa función la desarrolla la enorme cantidad de comentaristas, periodistas,
analistas políticos etc..., cada uno desde su ideología (otra vez ideología) en
la que más allá de informar, tratan de argumentar su propia postura a veces con
consideraciones no siempre suficientemente razonadas. Pero esa es la opinión y
no la información. En las sociedades complejas actuales también así debe ser,
para que quién desee información pueda tener acceso a cualesquiera de las
opiniones que puedan darse de cada acontecimiento o cuestión. Esa y no otra es
la libertad de información.
Pero a veces esta es totalmente insuficiente para pertrecharnos debidamente
y a tiempo sobre los problemas futuros que advierten los signos sociológicos, económicos
y curiosamente incluso jurídicos. Si ello no se analiza adecuadamente, entonces, como viene
dándose reiterativamente, la adaptación del Derecho como regulador de la vida
social realmente no se da y llega casi siempre a destiempo. Por ello, la desconfianza
de la sociedad hacia el hecho jurídico crece, entendiendo que más que un
regulador y protector a veces de los derechos se percibe como un elemento
represor y que suele favorecer a las clases dominantes, postura no siempre realista
pero que va incrementándose
La Filosofía del Derecho como disciplina, tiene como fin no siempre
reconocido o practicado, proponer ideas y respuestas para posibles problemas jurídicos que
pueden presentarse a tenor de los acontecimientos que de modo realista puedan
darse de acuerdo a las tendencias de la sociedad. Pero normalmente ello contrae
riesgos como los ya desarrollados anteriormente, por ello, en la doctrina las
tesis desarrolladas no suelen ser prospectivas, sino de análisis posterior a
los hechos, también necesarias, pero menos arriesgadas, ya que los autores no
suelen entonces ser acusados de visionarios, escritores de ciencia ficción o
incluso nigromantes jurídicos. Pero eso es bastante más aburrido y menos
creativo filosóficamente que pensar sobre el futuro y tratar de ofrecer al
menos señales de alarmas que van presentándose y sobre las que hay que tratar
de proponer soluciones.
Hace mucho que vi esa película de culto. Tampoco me impactó como ahora tampoco me interesa excesivamente el cine. Sí recuerdo el ambiente lluvioso y como de barrio chino y una guapa androide que hacía piruetas. Personajes buscando su identidad. Hoy 3 de abril de 2021...hace unos días y como consecuencia del atasco en el canal de Suez y además fijándome en las pobres gentes que cargan con su mochila para entregar productos de consumo pienso que el trabajo consiste en mover cosas de un lugar hacia otro. No creo que nadie sea capaz de sacar provecho personal y espiritual de este tipo de intercambio.
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